

El cáncer de mama es un tumor maligno que se origina en la glándula mamaria, cuando ciertas células del tejido de la mama comienzan a crecer y multiplicarse de forma anormal y descontrolada.
Entre muchas otras clasificaciones, se pueden distinguir diferentes tipos de cáncer de pecho según las células donde se inicie la enfermedad. Los más comunes son el carcinoma ductal, que comienza en los conductos que llevan la leche al pezón (este tipo representa la mayoría de los casos), y el carcinoma lobulillar, que se origina en los lóbulos productores de leche.
En raras ocasiones, este cáncer puede comenzar en otras estructuras de la mama o presentarse como variantes poco comunes (por ejemplo, enfermedad de Paget en el pezón, angiosarcomas, etc.), pero la gran mayoría de los tumores de mama derivan de los conductos o lobulillos mamarios.
Las causas exactas del cáncer de mama suelen ser múltiples y todavía no se comprenden todas completamente.
En la mayoría de los casos no existe un único desencadenante, sino una combinación compleja de factores genéticos, hormonales, ambientales y de estilo de vida que conllevan alteraciones en el ADN de las células mamarias.
Por otra parte, un 5-10% de los casos de esta enfermedad oncológica se debe a mutaciones genéticas heredadas (familiares), siendo las más conocidas las de los genes BRCA1 y BRCA2, que aumentan considerablemente el riesgo de padecer carcinoma de mama y ovario.
En resumen, cualquier mujer (o en raros casos, hombre) puede desarrollar esta enfermedad, incluso sin antecedentes familiares, por lo que la vigilancia y prevención es fundamental.
El cáncer de mama es el tumor maligno más frecuente en la mujer a nivel mundial, por delante de otros tipos de cáncer también frecuentes en mujeres como el colorrectal o el de pulmón.
En España ocurre lo mismo: el cáncer de pecho es, con diferencia, el tipo de cáncer más diagnosticado entre las mujeres de nuestro país, y es el que más muertes causa en mujeres junto al de pulmón.
Esto lo sitúa como el segundo cáncer más diagnosticado en la población española en general (tras el cáncer colorrectal), y el primero en mujeres, situación que se repite a nivel global.
Tumores más frecuentemente diagnosticados en el mundo. Estimación para el año 2022, ambos sexos (excluidos tumores cutáneos no melanoma). Fuente: GLOBOCAN 2022 Version 1.1. Cancer Today I IARC (http://gco.iarc.fr/).
International Agency for Research on Cancer 2025
De hecho, entre las mujeres españolas, el cáncer mamario supera ampliamente en incidencia al segundo tumor más común (colorrectal, 17.000 casos anuales) y al tercero (pulmón, 11.000 casos).
Dicho de otro modo, una proporción muy significativa de las mujeres desarrollará esta enfermedad a lo largo de su vida; las estadísticas actuales estiman que alrededor de una de cada ocho mujeres padecerá cáncer de mama en algún momento de su vida, algo que nos debe impulsar a impulsar la investigación.
Además, parece existir una tendencia en ascenso en la incidencia de este cáncer. Por ejemplo, en 2023 se diagnosticaron aproximadamente 35.312 casos nuevos en España, que, si se compara con los casos esperados para 2025 (37.700), supone un incremento de algo más del 3% anual.
Este aumento en los diagnósticos se atribuye en parte al envejecimiento poblacional y a una mayor efectividad de los programas de detección precoz, entre otros factores.
Actualmente, en España la tasa de supervivencia promedio a 5 años del cáncer de mama ronda el 85%. Es una de las más elevadas entre los cánceres comunes, lo que significa que la gran mayoría de mujeres diagnosticadas logra superar la enfermedad o mantenerse libre de ella durante años.
Esta supervivencia ha ido aumentando gracias a los avances en investigación, las campañas de diagnóstico precoz (mamografías periódicas, etc.) y las mejoras en los tratamientos disponibles.
Por ejemplo, en 1980 la supervivencia a 5 años era bastante más baja (en torno al 65-70%), de modo que en unas pocas décadas se ha logrado un progreso enorme en los resultados clínicos.
No obstante, a pesar de la elevada supervivencia relativa, debido al gran número absoluto de casos anuales, el cáncer de pecho representa una proporción importante de los fallecimientos por cáncer en las mujeres (junto con el cáncer de pulmón, que en los últimos años ha aumentado entre la población femenina).
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En este contexto, es especialmente relevante el cáncer de mama metastásico, una forma avanzada de la enfermedad que, aunque hoy en día puede ser controlada durante un tiempo, aún no tiene cura y presenta una esperanza de vida media de unos cinco años tras el diagnóstico.
Por ello, las autoridades sanitarias y sociedades científicas mantienen el foco en este tumor, promoviendo programas poblacionales de mamografías, investigaciones para comprender mejor sus causas y nuevos tratamientos más eficaces. En resumen, hoy en día el carcinoma de mama constituye un importante problema de salud pública por su frecuencia, pero también un ejemplo de cómo la investigación médica y la concienciación pueden mejorar el pronóstico de una enfermedad.
La concienciación social en torno al cáncer de mama ha sido un factor clave para lograr los avances en su detección y tratamiento.
Gracias a las campañas de sensibilización y educación pública de las últimas décadas, hoy existe un mayor conocimiento en la población sobre qué es esta enfermedad oncológica, cómo detectar a tiempo posibles signos de alarma y la importancia de acudir a revisiones periódicas.
Gracias a ese esfuerzo colectivo, se han movilizado recursos para investigación, se han implementado programas de prevención y cribado, y se ha fomentado una cultura de apoyo a las pacientes.
Como resultado directo, la supervivencia de este cáncer ha mejorado drásticamente, y en gran medida se debe a ese amplio apoyo social a la concienciación y a la financiación de la investigación oncológica. En palabras de la Sociedad Americana contra el Cáncer, el cáncer de pecho es quizás el ejemplo más claro de cómo la combinación de educación pública y ciencia puede salvar vidas.
La detección precoz sigue siendo uno de los ámbitos donde la concienciación social ha tenido mayor impacto. Cada vez más mujeres están familiarizadas con sus mamas y prestan atención a posibles cambios, como bultos, retracción del pezón o alteraciones en la piel.
Esta observación regular, por supuesto no sustituye a los programas de cribado, pero sí puede ayudar a identificar señales de alerta, y así, acudir al médico ante cualquier hallazgo anormal.
Está demostrado que detectar el cáncer a tiempo aumenta enormemente las probabilidades de curación.
Otra razón por la que la concienciación social es importante es porque derriba tabúes y estigmas asociados al cáncer.
Hablar abiertamente del cáncer de mama en medios de comunicación, en las redes sociales, en el entorno laboral y familiar ayuda a normalizar la situación de las pacientes, y promueve la empatía y el apoyo en la sociedad.
En particular, ha llegado a tener una atención social y mediática muy notable, en parte gracias a la presión y voz de las propias mujeres afectadas. Esta visibilidad ha dado lugar a numerosos grupos de ayuda mutua y colectivos de pacientes que se apoyan entre sí, compartiendo experiencias y consejos.
Un ejemplo claro es la gran cantidad de asociaciones de pacientes (muchas integradas en la Federación Española de Cáncer de Mama, FECMA) que organizan encuentros, testimonios públicos y actividades de apoyo. Mas información disponible en su página web: https://www.fecma.org/
Por último, la concienciación social también tiene un impacto en la política sanitaria y la investigación.
Una sociedad sensibilizada demanda a las autoridades mejoras en la atención oncológica (más unidades de mama, acceso a tratamientos innovadores, apoyo psicológico, etc.) y apoya la financiación de estudios científicos.
Gracias a ello, organizaciones benéficas y fundaciones obtienen fondos para investigar nuevas terapias. Instituciones internacionales, hospitales y centros de investigación dedican enormes esfuerzos a lograr avances en cáncer de pecho, desarrollar nuevos tratamientos y beneficiar a pacientes de todo el mundo.
En resumen, la concienciación de la sociedad sobre este carcinoma salva vidas: impulsa la prevención, facilita el diagnóstico temprano, mejora el acompañamiento a las pacientes y acelera los avances científicos contra esta enfermedad.
Según todo lo discutido hasta ahora, aunque las tasas de supervivencia han mejorado gracias al diagnóstico precoz y a la incorporación de nuevos tratamientos, aún existen importantes retos por resolver.
Uno de los principales desafíos es el riesgo de recaída, que puede producirse incluso años después de finalizar el tratamiento inicial.
Otro problema crítico es la aparición de metástasis, cuando el tumor se disemina a otros órganos, lo que complica gravemente el pronóstico.
Además, muchos pacientes acaban desarrollando resistencia a los tratamientos, es decir, dejan de responder a fármacos que inicialmente resultaban eficaces.
Frente a este panorama, la investigación es el único camino para cambiar el futuro del cáncer de mama. No solo para diseñar fármacos más eficaces, sino también para avanzar en el diagnóstico temprano, entender cómo evoluciona la enfermedad a nivel molecular y descubrir nuevas formas de prevenir su progresión.
Es necesario seguir explorando los mecanismos que utiliza el tumor para esconderse del sistema inmunitario, las señales que permiten a las células tumorales migrar a otros órganos o las alteraciones genéticas que pueden ayudar a predecir si una paciente responderá, o no, a una terapia concreta.
Además, el objetivo actual de la investigación en el carcinoma de mama no es solo curar más, sino curar mejor: reducir los efectos secundarios, evitar tratamientos innecesarios y adaptar cada terapia al perfil biológico y personal de cada paciente.
En este sentido, la medicina personalizada, basada en biomarcadores (señales moleculares que produce el cáncer y dan pistas de la enfermedad), inmunoterapia (activación del sistema inmunitario para acabar con el tumor), biopsia líquida (pruebas no invasivas para el diagnóstico y seguimiento de la enfermedad) y herramientas de inteligencia artificial, está abriendo una nueva era de esperanza.
Pero para que esas promesas se conviertan en realidad clínica, la investigación debe seguir siendo una prioridad.
Todos estos proyectos avanzan hacia nuevas terapias, mejor selección de tratamientos para las pacientes, mayor conocimiento biológico de la enfermedad etc. En definitiva, nuevas esperanzas frente a un diagnóstico del carcinoma de mama.
Sin embargo, para que nuevos tratamientos lleguen a las pacientes, para entender mejor cómo se comporta el cáncer de mama y cómo frenarlo, hacen falta recursos estables y sostenidos en el tiempo.
Apostar por la ciencia es garantizar que miles de personas tengan más opciones, más calidad de vida y más esperanza. En definitiva, invertir en investigación hoy es salvar vidas mañana.
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