Nutrición y cáncer

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Cada 28 de mayo se celebra el Día de la Nutrición, una efeméride apoyada por numerosas instituciones de todo el mundo que invitan a tomar conciencia de lo necesario que es seguir una dieta sana y equilibrada para proteger nuestro bien más preciado, la salud. Pero no solo necesario, es sin duda la mejor aliada y el mejor recurso que tenemos en nuestras manos para promocionar la salud ya que, según datos científicos recientes, la mala alimentación se ha posicionado como el principal factor de riesgo prevenible -por delante del tabaco- siendo directamente responsable de, al menos, 11 millones de muertes en el año 2017.

 

La relación entre alimentación y la génesis o prevención de un cáncer, hoy por hoy, está fuera de toda duda y hay consenso internacional en la definición del patrón alimenticio que protege del cáncer, de la misma manera que hay consenso en el patrón que incrementa el riesgo de padecer la enfermedad.   En cuanto a la relación entre la alimentación y la progresión de un cáncer son cada día mas la evidencia a favor, aunque faltan investigaciones con resultados contundentes aplicables a cada tipo de cáncer y a cada momento del proceso de desarrollo de la enfermedad. Por el momento y con la evidencia en las manos  se alienta a los diagnosticados de cáncer, siempre que sea posible, a seguir los mismos consejos generales para la prevención del cáncer.

 

¿Te interesa la prevención?

Te ofrecemos la Guía 5 claves para prevenir el cáncer

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¿Qué puedo y que no puedo comer?

Es la pregunta que todo paciente se hace en algún momento cuando se le diagnostica un cáncer, pregunta que no siempre es fácil de responder.

 

Si bien las pautas a seguir para la prevención del cáncer están muy bien documentadas, quedan todavía incertidumbres en relación con la  nutrición durante su tratamiento. Aunque las personas diagnosticadas son receptivas a la promoción de la salud, en un estudio reciente se pone de manifiesto  que siguen dietas más pobres que individuos sanos. Una posible explicación podría ser la dificultad en hacer cambios en los hábitos y adoptar una dieta más saludable sin una evidencia clara y contundente de que mejorará su supervivencia.

 

El tratamiento del cáncer a menudo se acompaña de cambios importantes en los hábitos alimenticios y diferencias en la forma en que el cuerpo utiliza los nutrientes. Hay personas que pierden peso a causa de los efectos secundarios de la terapia que hacen que comer sea desagradable, náuseas, cambios en el sabor, pérdida de apetito. A veces, la terapia en sí misma afecta la absorción de nutrientes. Otras personas pueden aumentar de peso con los medicamentos, la reducción de la actividad física o la alimentación emocional y relacionada con el estrés que acompaña al diagnóstico.

 

Tradicionalmente el asesoramiento dietético a los pacientes se ha centrado en mantener la ingesta de energía y de nutrientes con la intención de mitigar los efectos de las náuseas y la toxicidad causada por las distintas terapias.  Además de unas recomendaciones generales, es probable que surjan desafíos nutricionales especiales durante el tratamiento debido a que los efectos secundarios de las terapias. Es muy posible que se necesite hacer ajustes hacia un mayor aporte de calorías y de proteínas, ya que los requerimientos de ambos son muy elevados debido a demanda metabólica y a la situación inflamatoria secundaria al propio proceso.

 

¿Pero como obtener estas calorías, estas proteínas y estos nutrientes con alimentos de calidad? ¿solo apostando por la cantidad? ¿Qué es lo mejor para comer? ¿Todo vale?

 

Una dieta sana reduce la toxicidad y mejora la eficacia de las terapias

Son ya muchas las evidencias científicas a favor de que el estado nutricional del paciente tiene una relación directa con el pronóstico de la enfermedad y con el nivel de intensidad de los efectos secundarios. Los pacientes oncológicos que siguen una nutrición adecuada se encuentran mejor y presentan menos complicaciones. Una dieta saludable ayuda a la curación, facilita una mejor tolerancia y eficacia de los tratamientos y juega un papel en el manejo de los síntomas mejorando el funcionamiento general del cuerpo.

 

Cuanto mejor sea la dieta menor es la mortalidad

Son cada más los estudios que demuestran que lo que ofrece mayor y más fuerte protección contra y durante el cáncer es un Patrón alimenticio (que incluye unos alimentos y excluye otros) más que los nutrientes ingeridos de forma individual y/o en forma de suplementos.  En el año 2016, en la revista Nutrients reviews,   se publica que el seguimiento de  a una dieta de alta calidad y un patrón dietético saludable- rico en alimentos vegetales y pescado-  se asocia inversamente con la mortalidad general entre los pacientes de cáncer, mientras que el patrón dietético occidental- rico en carnes rojas y procesadas y pobre en alimentos vegetales- se asocia positivamente con la mortalidad general en esta población. En casos concretos, como en cáncer de mama, y en cáncer de colon la relación entre la dieta y el mejor pronóstico está  muy documentada.

 

La evidencia de los efectos beneficiosos o adversos de alimentos concretos o nutrientes específicos es limitada. De la misma manera,  no hay evidencia de que los suplementos dietéticos brinden los mismos beneficios contra el cáncer que los alimentos, e incluso , algunos suplementos en dosis altas en pueden aumentar el riesgo de cáncer.

 

¿Cómo llevar una alimentación sana?

Incluya preferentemente verduras, frutas, cereales integrales, legumbres, frutos secos.

Los vegetales forman un grupo de alimentos diverso y complejo. Su consumo nos aporta vitaminas, minerales, proteínas, fibra y otros compuestos- Fitoquímicos – con múltiples efectos beneficiosos, entre los que se destaca:

 

La actividad antioxidante y antiinflamatoria, la protección del sistema inmunológico, el bloqueo de la conversión en carcinógenos de sustancias que comemos, bebemos y respiramos, la prevención del daño al ADN,  la reparación de mutaciones y la disminución de la tasa de crecimiento de las células cancerosas.

 

Coma un mínimo de cinco raciones de frutas y verduras al día, incluyendo variedad de texturas, colores, aromas y sabores. Verduras de hoja verde, crucíferas, crudas, cocinadas, etc.

 

Opte por cereales integrales y legumbres. Aseguran la energía que el cuerpo necesita. Ricos en vitaminas, minerales y, en el caso de las legumbres, proteínas de alto valor biológico. Además, nos aseguran el aporte de fibra, vital para el mantenimiento de una flora intestinal saludable. Investigaciones muy recientes reconocen que el estado de la flora intestinal puede ser determinante en la prevención, en la eficacia de la terapia del cáncer y en la reducción de los efectos tóxicos de algunos tratamientos para combatir la enfermedad.

 

Incorpore a su rutina diaria frutos secos, fuente de numerosos nutrientes y de grasa saludables

 

Opte por pescado, aves y huevos, limitando la carne roja y las carnes procesadas.

 

Durante el tratamiento es básico asegurar el aporte de proteínas ya que  se necesitan para la reparación y regeneración de los tejidos, así como para el buen funcionamiento del sistema inmunitario.

 

Incorpore como mínimo dos raciones al día de alimentos ricos en proteínas de alto valor biológico, una en cada comida.  Además, nos aportan vitaminas y otros nutrientes como, en el caso del pescado azul, grasas omega-3 con un importante efecto antiinflamatorio.

 

Mantenga una correcta hidratación.

No hay una recomendación internacional para el consumo diario. Las condiciones ambientales, la salud, los niveles de actividad y otros factores determinan la cantidad de agua necesaria, pero es importante beber para estar hidratado.

 

La mejor opción siempre es el agua, pero también existen otros líquidos para hidratarse, tés e infusiones, caldos, vegetales

 

Evite el consumo de alcohol y bebidas azucaradas

 

Crea tu propio patrón

Paso 1: Llena la mitad de tu plato con una gran variedad de verduras hortalizas y frutas; crudas y cocinadas; asegúrate de cumplir con la recomendación de 400g diarios.

Paso 2: Llena un cuarto de tu plato con alimentos integrales: pasta, arroz, quinoa, pan, etc.

Paso 3: Completa el otro cuarto con alimentos que te aporten proteínas de calidad: pescado, carne blanca, legumbres, frutos secos.

Paso 4: Elige siempre lo que te guste; disfruta probando nuevas recetas y dale una oportunidad a alimentos nuevos y a otras formas de cocinar.

 

 

Y recuerda, salud solo hay una

Pequeños cambios en el estilo de alimentación pueden marcar una gran diferencia en la reducción del riesgo de padecer un cáncer y muchas otras enfermedades ,además de contribuir al bienestar físico y mental.

Dra.  Emilia Gómez Pardo